Literatura y Conflicto Armado en Colombia
El conflicto colombiano en la literatura
No hay escritor colombiano en cuya obra no esté presenté el enfrentamiento gobierno-guerrilla. García Márquez, Arturo Álape, Laura Restrepo, Abad Faciolince, Evelio Rosero... Panorama de algunas de las obras clave para entender la situación del país.
“Llegó el tiempo de cerrarle el portón a los violentos”, dijo alias Timochenko, el máximo líder de la guerrilla más antigua del continente americano, las Farc, el día que se inició el proceso de diálogo con el gobierno en busca de la paz. De cerrar un portón y de abrir una puerta: la de la narrativa que ha contado y tendrá que seguir contando lo sucedido en más de sesenta años de barbarie, los de la última violencia, como una manera de exorcizar la muerte a manos de los otros, recuperar la memoria y, ante todo, mantenerla para no volver a repetirse.
El proceso de paz iniciado por el presidente Juan Manuel Santos con la Farc, si finaliza con éxito, empezaría a cerrar una herida cuyo más reciente inicio los colombianos ubican en el 9 de abril de 1948, cuando Juan Roa Sierra, un oscuro personaje de 26 años, disparó y asesinó en el centro de Bogotá a Jorge Eliécer Gaitán, un líder liberal que se proyectaba a la presidencia del país. Este es el punto de partida no sólo de los últimos 63 años en Colombia, sino también de El bogotazo: memorias del olvido, del escritor Arturo Álape, ya fallecido, en el que reconstruye los antecedentes, el crimen y los disturbios que le siguieron y que originaron la llamada violencia colombiana, una guerra partidista que derivó en el bandolerismo y el establecimiento de la guerrilla de las FARC, ahora en proceso de paz, y luego de las posteriores (ELN, EPL, M-19) de los años sesenta y setenta. El conflicto en sí mismo, la irrupción de actores como el paramilitarismo y el narcotráfico, con la corrupción que ha generado al interior de todas las instituciones, incluida la misma guerrilla, así como la violación constante de derechos humanos fundamentales, han proporcionado material abundante no sólo para la literatura sino para el periodismo y la investigación.
De las viejas guerras, como la de los Mil días, a finales del XIX y principios del XX, que nutren obras como Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, o El coronel no tiene quién le escriba, a una vorágine en la que se han gestado textos como Las muertes de Tirofijo, el mítico fundador de las FARC, aunque en realidad es una colección de cuentos, La bola del monte, o El diario de un guerrillero, todos de Álape, y todos situados en los inicios de esa guerrilla; o Abraham entre bandidos, una novela de factura más reciente, 2010, del escritor Tomás González, que recrea el tránsito que hacían el bandolerismo y las guerrillas liberales hacia lo que finalmente se conoció como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), guerrilla de origen eminentemente rural y cimentada en sus inicios en el derecho de los campesinos a la tierra.
La paulatina degradación del conflicto da lugar a novelas como Los Ejércitos de Evelio José Rosero, premio Tusquets 2006, acerca de las muchas guerras en las que vive inmersa la población en regiones que no son el centro del país; Muchacha al desaparecer, 2010, una incursión en la prosa de la poeta Marta Renza, la historia de una militante desaparecida en los ochenta, cuando las FARC participaron en un fracasado proceso de paz, o En el brazo del río , 2006, en la que dos niñas alternan sus voces para estremecer con lo que significa morir en una masacre y las versiones que se dan sobre la misma. También hacia finales del primer decenio de este siglo está escrito El olvido que seremos, quizá la mejor obra de Héctor Abad Faciolince, en la que con una sensibilidad estremecedora recupera a su padre, un defensor de los derechos humanos, asesinado por su compromiso.
En el campo de la no ficción, aunque es una narrativa matizada que puede llegar a la literatura, están escritores como Alfredo Molano que de manera infatigable ha rescatado historias como Los bombardeos del Pato, Los años del Tropel o Trochas y fusiles, y Patricia Nieto con Crónicas de la guerra en Colombia o Los olvidados. Laura Restrepo, desde la orilla del periodismo, escribió en los ochenta La historia de una traición, un primer truncado proceso de paz con el M-19, ya reintegrado en la vida civil, que fue reeditado posteriormente como Historia de un entusiasmo. En el género testimonial No hay silencio que no termine de Ingrid Betancur, publicado hace dos años, es la narración de su largo cautiverio con las Farc, texto precedido por los publicados por otros secuestrados.
Y aunque no están mencionados todos los que son, puede asegurarse con certeza que no existe escritor colombiano contemporáneo cuya obra no esté marcada de alguna manera por el sino que le ha tocado vivir.
Fuente.
http://www.elespectador.com/noticias/paz/el-conflicto-colombiano-literatura-articulo-494180
Si bien ahora se puede hablar de que la literatura siempre ha tenido muy en cuenta la situación de conflicto armado que existe en nuestro país, debido a que la relevancia de este fenómeno que ya cumplió los 50 años ha generado consecuencias nefastas para el país en todos los sectores, desde el sector político, pasando por el social, económico, cultural y de desarrollo para el mismo país.
Si tomamos en cuenta las distintas formas de violación de derechos humanos a consecuencia del conflicto armado desatado en Colombia se puede ver que son innumerables las formas de violación a los derechos humanos por parte de los actores del conflicto.
Es posible que ahora cuando el conflicto armado a recaído en unas conversaciones que se llevan acabo en la Habana Cuba y que han tenido un revés debido a el secuestro de un general del ejercito, que ahora regreso a la libertad y que tiene en vilo la continuación de dichos diálogos, lo que seria un tema para un escritor de novelas o relatos y es en donde la literatura toma parte fundamental para la información de muchas de las inquietudes que surgen en dichos procesos de paz y en donde realmente los verdaderos afectados no están presentes la pregunta es porque no se deja participar al pueblo quien realmente es el que pone las vidas sacrificadas en todos los hechos de guerra del conflicto actual.
Cada una de las guerrillas en su inicio Nacen con un ideal, impulsado y basado en la presión ejercida por el poder oligárquico al mando de la clase conservadora. Una clase en la cual se genera un Estado corporativista orden social basado en el catolicismo fundamentalista. Fue necesario recurrir a la lucha, para así poder generar un cambio en la estructura política del país. Para que pudiera ser llamada una revolución. Una revolución basada en los ideales Liberales donde la resistencia distaba aun de ser revolucionarias: apuntaba al reconocimiento de los derechos campesinos y a frenar el proceso de concentración de la tierra. Manifestada en un vigoroso movimiento agrario. Es por eso que la base de estas guerrillas se fundamenta en una vía revolucionaria donde el medio por el cual se pueda acceder a la lucha queda en última estancia. Hay algo curioso y esto data en la muerte de Jorge Eliecer Gaitán. ¿Cuál es el motivo? Este radica en que era la cabeza, era el mando de este proceso liberal que se venía desarrollando en el país y que además este se basó en una anti oligarquía. En el momento que Gaitán es Asesinado el poder empieza a disiparse puesto que no hubo un dirigente que estuviera a cargo de la batuta liberal. Es así como las masas de personas que se basaban en este ideal empiezan a regarse a las zonas rurales del país. Y toman las armas como medio de autodefensa puesto que el partido conservador, con el apoyo de las fuerzas militares empiezan a atacar a los campesinos liberales. Generando el desplazamiento de habitantes hacia zonas de refugio bajo control de la guerrilla. A los cuales en vista de los conflictos agrarios y la reciente salida de la guerra civil que fue uno de los hechos más violentos en la historia de nuestro país. Deciden tomar el poder por las armas y finalmente crear las Fuerzas Revolucionarias Armadas de Colombia. Es aquí donde la adhesión al principio de la lucha armada se convierte para muchos en el criterio infranqueable de la izquierda. Y el voluntarismo guerrillero como criterio único del radicalismo político. Las FARC no es la única guerrilla en Colombia además de esta. Surge el ELN (Ejército de Liberación Nacional) Basado en el guevarismo. y el EPL (Ejército Popular de Liberación) Basado en el maoísmo. Todo esto nos lleva a que aquella combinación de todas las formas de lucha no es más que una manera de privilegiar la permanencia en la legalidad.
En conclusión la paz vista desde la literatura es una novela de largos capítulos y en donde el primer paso sera el de pensar en los menos favorecidos en dicho conflicto y que los intereses de algunos pocos sean en pro del beneficio en común.
Quien lo elaboro, ojo con los derechos de autor
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